2 “Hijo de hombre, escribe la fecha del día, del día de hoy. Este mismo día el rey de Babilonia ha avanzado contra Jerusalén.
3 Relata una parábola a la casa rebelde y diles: ‘Así dice el Señor Dios: “Pon la olla, ponla, Y echa también en ella agua;
4 Pon en ella los trozos, Todo trozo bueno, pierna y espalda; Llénala de huesos escogidos.
5 Toma lo mejor del rebaño, Y apila también la leña debajo de ella; Hazla hervir a borbotones, Cuece también sus huesos en ella.”
6 ‘Porque así dice el Señor Dios: “¡Ay de la ciudad sanguinaria, De la olla que tiene herrumbre, Cuya herrumbre no se le va! Trozo por trozo sácala, Sin echar suertes sobre ella.
7 Porque su sangre está en medio de ella, La puso sobre la roca desnuda; No la derramó sobre la tierra Para que el polvo la cubriera.
8 Para hacer subir el furor, Para tomar venganza, Yo he puesto su sangre sobre la roca desnuda, Para que no sea cubierta.”
9 ‘Por tanto, así dice el Señor Dios: “¡Ay de la ciudad sanguinaria! Yo también haré grande el montón de leña.
10 Aumenta la leña, enciende el fuego, Hierve bien la carne, Mézclale las especias, Y que se quemen los huesos.
11 Luego pon la olla vacía sobre las brasas, Para que se caliente, Se ponga al rojo su bronce, Se funda en ella su inmundicia, Y sea consumida su herrumbre.
12 De tanto trabajo Me ha fatigado la olla, Y no se le ha ido su mucha herrumbre. ¡Consúmase en el fuego su herrumbre!
13 En tu inmundicia hay lujuria. Por cuanto Yo quise limpiarte Pero no te dejaste limpiar, No volverás a ser purificada de tu inmundicia, Hasta que Yo haya saciado Mi furor sobre ti.
14 Yo, el Señor, he hablado. Esto viene y Yo actuaré; no Me volveré atrás, no Me apiadaré y no Me arrepentiré. Según tus caminos y según tus obras te juzgaré,” declara el Señor Dios.’”
15 Muerte de la Mujer de Ezequiel Y vino a mí la palabra del Señor:
16 “Hijo de hombre, voy a quitarte de golpe el encanto de tus ojos; pero no te lamentarás, ni llorarás, ni correrán tus lágrimas.
17 Gime en silencio, no hagas duelo por los muertos; átate el turbante, ponte el calzado en los pies y no te cubras los bigotes ni comas pan de duelo.”
18 Hablé al pueblo por la mañana, y por la tarde murió mi mujer; y a la mañana siguiente hice como me fue mandado.
19 Y el pueblo me dijo: “¿No nos declararás lo que significan para nosotros estas cosas que estás haciendo?”
20 Entonces les respondí: “La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
21 Habla a la casa de Israel: “Así dice el Señor Dios: ‘Voy a profanar Mi santuario, que para ustedes es orgullo de su fuerza, encanto de sus ojos y deleite de su alma. Sus hijos y sus hijas que ustedes han dejado detrás, caerán a espada.
22 Harán como Yo he hecho; no cubrirán sus bigotes ni comerán pan de duelo.
23 Sus turbantes estarán sobre sus cabezas y su calzado en sus pies. No se lamentarán ni llorarán, sino que se pudrirán en sus iniquidades y gemirán unos con otros.
24 Ezequiel, pues, les servirá de señal; según todo lo que él ha hecho, ustedes harán; cuando esto suceda, sabrán que Yo soy el Señor Dios.’”
25 Y tú, hijo de hombre, ¿no será que el día en que les quite su fortaleza, el gozo de su gloria, el encanto de sus ojos, el anhelo de su alma, y a sus hijos y a sus hijas,
26 en ese día el que escape vendrá a ti con noticias para tus oídos?
27 En ese día se abrirá tu boca para el que escapó, y hablarás y dejarás de estar mudo. Y servirás para ellos de señal, y sabrán que Yo soy el Señor.’”