2 Los príncipes filisteos marcharon en compañías de a cien y de a mil hombres. Y David y los suyos iban a la retaguardia con Aquis.
3 Los príncipes filisteos preguntaron: "¿Qué hacen estos hebreos aquí?" Aquis respondió: "Este es David, que era siervo de Saúl, rey de Israel. Ha estado conmigo estos días o estos años. Y desde que se pasó a mí hasta hoy, no hallé ninguna falta en él".
4 Entonces los príncipes filisteos se enojaron con Aquis, y le dijeron: "Despide a ese hombre, que se vuelva al lugar que le señalaste. No venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo. Porque, ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?
5 "¿No es éste aquel David de quien cantaban: 'Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles'?"
6 Aquis llamó a David, y le dijo: "Vive el Eterno que tú has sido recto, y me ha parecido buena tu salida y tu entrada conmigo. Ninguna cosa mala he hallado en ti desde que viniste a mí hasta hoy. Pero no agradas a los príncipes.
7 "Vuélvete, pues, y ve en paz, para no desagradar a los príncipes filisteos".
8 Replicó David a Aquis: "¿Qué mal hice? ¿Qué hallaste en tu siervo desde que estoy contigo, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?"
9 Aquis respondió: "Sé que has sido bueno en mis ojos, como un ángel de Dios. Pero los príncipes filisteos han dicho: 'No venga con nosotros a la batalla'.
10 "Levántate, pues, de mañana, tú y tus siervos; levantaos al amanecer, y partid".
11 Entonces David y los suyos se levantaron de mañana, y volvieron a la tierra de los filisteos. Y los filisteos se fueron a Jezreel.